martes, 13 de octubre de 2020

Bodegas Rubicón - Lanzarote


Situada en el Parque Natural de La Geria y enmarcada en centenarios eucaliptos, la bodega se erige solemne mirando al Parque Nacional de Timanfaya

Descripción

La historia moderna de Bodegas Rubicón comienza en 1979 cuando Don Germán López Figueras, gran amante del vino, compra el Cortijo de La Geria, por aquel entonces perteneciente a la familia Fajardo.

Don Germán adquiere la propiedad fundamentalmente por la bodega, para dedicarse a su gran pasión, la elaboración de vinos. Durante décadas la bodega se ha dedicado a la elaboración artesanal del vino usando las instalaciones de la antigua bodega: las prensas tradicionales de madera, el lagar de piedra y los tanques de cemento para el almacenamiento del vino.

Con el paso de los años se aumentan las hectáreas de viñedo, se restaura la antigua casa y bodega, y se realiza una ampliación de la misma donde a día de hoy se producen los vinos Rubicon.

El sueño de crear una bodega única que preservase la tradición de Lanzarote es hoy una realidad gracias al tesón de Don Germán.

Viñedos

En extensas superficies de terreno cubiertas de ceniza negra proveniente de erupciones volcánicas, el trabajo manual del hombre ha dado lugar a un paisaje único en el mundo por su belleza y singularidad.

La zona de La Geria, en Lanzarote, es característica por su singular forma de cultivo de la vid entre cenizas volcánicas. Las erupciones del Parque Nacional de Timanfaya (1730-1736) obligaron a sustituir los campos de cereal por hectáreas de viñedo.

Fruto del tesón y la necesidad, plantando vid sobre las cenizas, el campesino lanzaroteño obró el milagro haciendo que la tierra diese fruto.

Nuestros centenarios viñedos en hoyos cavados en las cenizas del volcán dan lugar a un sistema de cultivo único en el mundo.

El sistema de plantación en hoyos de forma cónica permite que la planta agarre el suelo fértil enterrado bajo la capa de cenizas. La profundidad y el diámetro de los hoyos excavados varían según el espesor de las cenizas, pudiendo alcanzar profundidades de hasta tres metros

Los hoyos se rodean de un pequeño muro de piedra, el soco, para protegerlos del viento.

Debido a la orografía del terreno todas las labores de la viña son manuales y sin mecanización

Viajeros del Vino 

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