El marco es incomparable y el atardecer desde aquí una fantasía. La comida es buena y de la que apetece siempre (croquetas caseras, ensalada de cecina y queso de cabra o pulpo a la plancha), y la música de fondo consigue que todo sea aún mejor.
Uno de sus conciertos en directo, las vistas al Cantábrico y una caña fresca en la mano es uno de los mejores planes para los meses estivales.
Con alma
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