miércoles, 2 de mayo de 2018

La Mundana - Barcelona

Llenan cada noche gracias a una fórmula infalible: vermuts y tapas creativas para el comensal intrépido, que quiere ir más allá de las croquetas. Un local agradable con un pequeño comedor, un espacio en la entrada con mesas altas y un par de pequeñas barras. Y una ubicación privilegiada en el barrio de Sants.
Cabe decir que si a Alain Guiard, chef y copropietario de La Mundana, le hubieran dicho, cuando abrió Santa Burg, que la calle de Vallespir llegaría a ser una zona privilegiada, habría reído –o llorado– muy fuerte. Y es que debió escuchar de mil maneras que su hamburguesería gourmet fracasaría porqué se encontraba fuera de los circuitos gastronómicos ortodoxos. "Y no sólo no ha fracasado –explica Marc, su socio, que se incorporó a la Santa Burg un año después de su apertura–, sino que ha ido tan bien que La Mundana ha acabado siendo su evolución natural" .
Estaban tan tocados por las musas en Santa Burg que estaban haciendo "cosas muy elaboradas, demasiado para una hamburguesería". "Y queríamos desarrollar esta línea creativa", afirma. Así fue como encontraron un local al lado y nació La Mundana, que debe su nombre a una serie de platos del mundo que encontramos en la carta, todos revisados ??con imaginación y respeto, con un talante que se encontraría entre el Mano Rota y la Volátil: la voluntad de jugar con texturas y sabores sin dañar la esencia de la materia prima.
¿Ejemplos? Un tataki de atún con perfumes de Asia, fresco y divertido; o un pulpo con tocino ibérico, presentado en una fina lámina, y rouille de azafrán. O la brocheta moruna de cerdo Duroc y hummus con cúrcuma. Carnes y pescados que, como el pulpo, se cocinan a la brasa.
Los amantes de la tapa de toda la vida encontrarán también "las tapas frías y latas de siempre, además de croquetas, calamares o bravas", y en el apartado de cocinas del mundo caben desde un par de currys, unos Buns –panecillos al vapor 'made in Japan' muy de moda– con rabo de buey, y un recomendable huevo sorpresa Parmentier con carbonara que se puede acompañar, si lo queréis, con un poco de trufa. Sin olvidar, claro, una buena selección de ahumados hechos en casa.
Los macroproyectos gastronómicos con grandes inversores también son parte de esta ciudad, pero nunca tendrán nada que ver con estas cosas pequeñas, con alma, levantadas piedra a piedra con cuidado e ilusión.

(Time Out)

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