La  de  Tino  es  una  historia  curiosa,  de  esas  que  siempre  son  fruto  de  la  emigración.  Padre gallego,  madre  italiana  y  él,  valenciano  hasta  la  médula,  regentando  un  bar  en  el  que  en invierno  se  sirve  caldo  -gallego,  no  hace  falta  decirlo-  y  en  el  que  no  faltan  el  lacón  cocido, la  oreja  o  el  queso  de  tetilla.  
El Bar Marvi no se presenta como un local gallego y, de hecho, su carta no es monográfica ni mucho menos. Pero la tradición gastronómica que Tino heredó por parte de padre está muy presente en su día a día y convierte al Marvi en un local que vale la pena conocer y en el que se puede ahogar la morriña en caldo y vino de las Rías Baixas mientras se charla con su dueño, algo que siempre vale la pena.
El Bar Marvi no se presenta como un local gallego y, de hecho, su carta no es monográfica ni mucho menos. Pero la tradición gastronómica que Tino heredó por parte de padre está muy presente en su día a día y convierte al Marvi en un local que vale la pena conocer y en el que se puede ahogar la morriña en caldo y vino de las Rías Baixas mientras se charla con su dueño, algo que siempre vale la pena.
Domicilio: Calle Santos  Justo y  Pastor,  14.
El País 

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