Don Luciano, nombrado marqués por el Rey Amadeo de Saboya gracias a su labor en Rioja, viajó a Burdeos para aprender las técnicas de elaboración del vino que trajo consigo de vuelta a España. Instauró el concepto de château francés en la finca Ygay donde mandó construir el emblemático Castillo de Ygay.
En 1983 recoge el testigo Vicente D. Cebrián-Sagarriga, décimo Conde de Creixell, quien actualizó la bodega y continuó el legado del Marqués de Murrieta. Tras su fallecimiento, su hijo, Vicente D. Cebrián-Sagarriga, actual Conde de Creixell, asume junto con su hermana Cristina la gestión de la bodega, acompañado de un equipo joven y cualificado, y actualiza por completo la bodega riojana.
A lo largo de los años la familia del Conde de Creixell se ha convertido en un eslabón perfecto para mantener el equilibrio entre tradición y modernidad, colocando a Marqués de Murrieta en el siglo XXI en una posición privilegiada en los vinos de Rioja del mundo.
Marqués de Murrieta
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